Tortuga mediterránea, un reptil terrestre emblemático de la biodiversidad de Cataluña y su

La tortuga mediterránea es una especie emblemática que ha sufrido drásticas reducciones en su hábitat y población en Cataluña. Su alimentación, hábitat, amenazas y esfuerzos de reintroducción son aspectos cruciales para su conservación.
Alimentación
La tortuga mediterránea se alimenta principalmente de vegetación tierna como las hojas de Plantago, diversas especies de gramíneas y otras hierbas mediterráneas. Posee una dieta muy variada y, en períodos de escasez, puede consumir materia vegetal seca, setas e incluso heces de herbívoros.
Durante los meses más cálidos, especialmente en verano, así como en los fríos, reduce significativamente su actividad. Es capaz de estivar o hibernar, enterrándose bajo la hojarasca o aprovechando zonas sombrías y húmedas, como los fondos de barrancos. Esta adaptación le permite resistir condiciones extremas de temperatura y escasez de recursos.
¿Dónde vive? Hábitat y distribución actual
Históricamente, la tortuga mediterránea ocupaba toda la franja del litoral y prelitoral catalán. Sin embargo, los cambios en el paisaje y los usos del suelo han reducido drásticamente su distribución natural: hoy en día, la única población natural que queda se encuentra en la Sierra de la Albera. No obstante, algunos proyectos de reintroducción permiten observarla también en otros espacios, como el Delta del Ebro, el Montsant y el río Gaià.
Este animal requiere paisajes de mosaico mediterráneo que incluyan matorrales, prados, márgenes de caminos, encinares despejados y cultivos abandonados. Evita bosques densos donde no alcanza suficiente luz y no crece vegetación tierna. Las zonas óptimas combinan espacios abiertos para calentarse, vegetación para alimentarse y rincones frescos donde esconderse. Se han observado incluso en lugares insólitos, como bosques cerrados con bajas densidades, y junto al mar, como sucede en el Delta del Ebro.
Una especie amenazada
La tortuga mediterránea ha perdido gran parte de su hábitat original en Cataluña. Factores como la urbanización, la intensificación agrícola, los incendios, la fragmentación del territorio y su comercialización como mascota hasta 1988, año en que se incluyó en la ley de protección de animales, han contribuido a su desaparición de muchas áreas donde antes habitaba.
Entre las diversas amenazas que enfrenta, una de las más significativas es la extracción ilegal de tortugas. Cada año, se recogen en los centros de recuperación alrededor de 3.000 tortugas mediterráneas en Cataluña. La depredación contribuye también a la mortalidad en el medio natural: los jabalíes pueden consumir tortugas adultas, mientras que los juveniles, crías o puestas pueden ser depredados por zorros, garduñas, ratas o córvidos. Además, el cambio climático influye negativamente; las sequías prolongadas y extremas pueden llevar a la deshidratación y muerte de crías.
No obstante, la alteración de su hábitat se considera la amenaza más grave. El cambio de los usos del suelo y la construcción de carreteras y urbanizaciones han contribuido al aislamiento de las poblaciones en su hábitat natural. La agricultura intensiva y el uso de herbicidas afectan directamente la disponibilidad de alimento para las tortugas. Frente a esto, varios proyectos están trabajando para mejorar hábitats, reforzar poblaciones y mitigar amenazas.
Reintroducción de la tortuga mediterránea
Uno de los lugares donde se lleva a cabo una reintroducción es en torno al río Gaià, dentro del Espacio Natural Protegido del Río Gaià – Alameda de Santes Creus. Estas reintroducciones son fundamentales para garantizar la supervivencia de los individuos, ya que se realizan en espacios con hábitats adecuados donde pueden encontrar alimento y refugio.
La recuperación de esta especie no es sencilla, y existen personas dedicadas a estos esfuerzos diariamente. Por ejemplo, la Asociación Medioambiental La Noria trabaja activamente en la mejora del hábitat para la tortuga alrededor del río Gaià. El agua y el refugio son elementos clave para asegurar la supervivencia de las tortugas, por lo que han instalado puntos de agua y vedrunas, espacios donde las tortugas pueden refugiarse.
Sin embargo, todo esfuerzo es inútil si el hábitat no es óptimo: las tortugas requieren espacios abiertos para poder tomar el sol y encontrar brotes tiernos y otros alimentos. Para abordar esta necesidad, la asociación trabaja en el proyecto CustForest, llevando a cabo acciones para abrir espacios que beneficien no solo a la tortuga mediterránea, sino también a otras especies asociadas a hábitats abiertos, como el águila perdicera.
Andrea Córdoba, de La Noria, explica: «Hagamos aclareos selectivos y de forma manual para evitar al máximo cualquier alteración que pueda afectar a este animal u otros. Además, lo hacemos fuera del periodo de cría para molestar lo menos posible». Estas tareas son supervisadas con el asesoramiento científico y técnico del CREAF, y se realiza un seguimiento para asegurar que las acciones resulten efectivas a lo largo del tiempo.
La tortuga mediterránea se encuentra en grave peligro, por lo que debe estar en sus espacios naturales. Aquellas que están acostumbradas a la vida entre personas no deben ser nunca abandonadas en la naturaleza, ya que pueden portar enfermedades que afecten a las tortugas salvajes. Si encontramos alguna, es mejor evitar el contacto, y si es necesario moverla de un lugar peligroso (como una calle o sendero), se sugiere el uso de guantes y alejarse rápidamente del sitio.