Redes sociales y su impacto en las democracias: un desafío contemporáneo para el gobierno y la

Redes sociales y su impacto en las democracias: un desafío contemporáneo para el gobierno y la

La cultura dopamínica y su impacto en la democracia

El escritor y experto en comunicación Julián Kanarek posa durante una entrevista con EFE el 15 de octubre de 2025, en Montevideo (Uruguay). EFE/Diego Lafalche

Por Alejandro Prieto | Montevideo (EFE).- La «cultura dopamínica» instaurada por las redes sociales ha generado ciudadanos «más ansiosos» y capaces de cambiar de gobierno con la misma facilidad con que escrolean publicaciones, revela en una entrevista con EFE el experto en comunicación política y democracia Julián Kanarek.

Conferenciante, docente y director ejecutivo de la empresa de comunicación ciudadana, el uruguayo que a lo largo de su carrera dirigió campañas políticas locales, regionales y nacionales en América Latina, Estados Unidos y África, se encontraba en Washington cuando, el pasado noviembre, Donald Trump resultó electo para su segundo mandato.

Consciente de que la derrota de Kamala Harris suponía que «por primera vez en 150 años tres oficialismos seguidos perdían la reelección en Estados Unidos», ese resultado fue uno de los catalizadores que impulsaron a Kanarek, que estudiaba el fenómeno desde 2022, a escribir ‘Omitir intro’, su segundo libro.

Democracias dopamínicas

Es que, como explica a pocos días de presentarlo en Montevideo, hasta hace unos meses «15 de las últimas 21 elecciones en América Latina las habían ganado las oposiciones», y esa repetición de resultados adversos para los oficialismos le hizo preguntarse qué estaba pasando y buscar cruzarlo con datos de comportamientos digitales.

Para establecer una causalidad entre las vivencias en línea y lo que los ciudadanos demandan a la política, el autor del premiado en 2022 ‘Trascender el reactivo’ empezó a estudiar psicología cognitiva en busca de respuestas.

«Nicholas Carr, Jonathan Haidt, Anna Lembke o Gloria Mark, todos psicólogos o psiquiatras (…), lo que pudieron comprobar es que nuestros umbrales de atención son cada vez más cortos y nuestra capacidad de concentración y de reflexión es cada vez menos presente», apunta.

La clave, subraya, está en que los algoritmos de plataformas como Instagram, Facebook o TikTok «están hechos para darnos todo aquello que nos gusta» y activan un neurotransmisor llamado dopamina, que hace al cerebro «volver todo el tiempo a buscar más» de aquello que le gusta.

«Toda esa investigación que están haciendo otros y de la que tuve que aprender muchísimo (…), me sirvió para encontrar cuál es el mood (estado) de la época, que es la ansiedad, la aceleración, la adicción a la dopamina que despiertan las plataformas», sostiene.

Thank you, next

En el libro, cuyo título alude al botón más utilizado de Netflix, que «le ahorra a la humanidad algo así como 158 millones de horas por día de visualización» y sintetiza una cultura donde es cada vez más común acelerar los audios de WhatsApp o no tolerar ver videos por más de tres segundos, Kanarek analiza casos paradigmáticos como el de Perú, que entre 2016 y 2024 tuvo seis presidentes.

Sin embargo, el experto asegura que lo mismo que pasa en un país de institucionalidad «bastante débil» como Perú, sucede en Uruguay, el país con la democracia «más potente de la región», donde los oficialismos también perdieron las últimas dos elecciones, e incluso en otro democráticamente fuerte como Chile, donde la alternancia devino «moneda corriente».

«Es un proceso que empieza hace unos diez años, en 2015 (…) y se acelera tremendamente en el periodo post pandemia», asegura quien puntualiza que la pandemia «disparó los consumos digitales» y revela, en base a una investigación propia, que durante las elecciones de 202, donde hubo mayor velocidad de internet, se evidenció «más pulsión de cambio».

Esto, argumenta, está asociado a que «las redes potencian las disrupciones», que siempre «tienen que ver con un tono agresivo» y suelen servirse de las noticias falsas.

«Los ciudadanos están expuestos a entre 7.000 y 8.000 estímulos comunicacionales diarios y para que le presten atención la política tiene que ser disruptiva», indica Kanarek, y remarca que, para lograrlo, muchos políticos provocan «al extremo», lo que disminuye la calidad del debate.

Un futuro incierto

Si bien no tiene «recetas mágicas», para Kanarek el asunto de las tecnologías no pasa por la tecnofobia ni por la tecnofilia, pues, después de ver que el apagón de España, donde las tecnologías se cayeron pero «no pasó nada» y la gente pudo socializar igual, considera que la clave está en «un uso responsable de la tecnología».

Por otro lado, dice que el crítico cultural Ted Gioia llegó recientemente a la conclusión de que los formatos «están volviendo a alargarse», por lo que quizás se llegue a un punto en el que, saturada de aceleración, la gente quiera «algo un poco más reflexivo».

«Algunos de estos fenómenos llevados al extremo logran después que el péndulo vaya hacia el otro lado», concluye quien, como este fenómeno es «inabarcable para un libro estático», invita a conocer su proyecto digital ‘post libro’.

FUENTE

Redaccion

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