El hijo de Vargas Llosa revive la memoria «fantasmagórica» del Nobel en su bienal EFE en español
El ensayista Álvaro Vargas Llosa ha evocado este miércoles la figura de su padre, el premio Nobel Mario Vargas Llosa, durante la inauguración de la VI Bienal Vargas Llosa, evento que se celebra en el Gran Teatro de Cáceres. Este es el primer encuentro que lleva el nombre del novelista tras su fallecimiento, y Álvaro lo describió como un «fantasma» que estará presente en el evento.
«Las relaciones entre los fantasmas y la literatura son fascinantes», comentó Álvaro, al referirse a la versión fantasmagórica de su padre, que falleció en abril. Dijo que su presencia «rondará estas mesas redondas, conferencias, presentaciones y conciertos» programados hasta el 25 de octubre entre Cáceres, Badajoz y Trujillo.
El ensayo destacó que el «fantasma» de su padre no será intimidante. «No será un fantasma con la intención de asustar a nadie, sino que escuchará atentamente las ponencias y presentaciones, aprenderá de todas ellas y, sobre todo, preguntará ansiosamente por los pasillos quién va a ganar, a quién le van a dar el premio», explicó.
El fallo del jurado se dará a conocer el sábado en una gala en el Gran Teatro de Cáceres.
Una bienal «refugio del espíritu»
«Este festival es un refugio del espíritu», manifestó Álvaro Vargas Llosa, quien también expresó que «el mundo allá afuera está revuelto, complicado; imperan los antagonismos, la polarización, los abusos de poder, las imposiciones, las afirmaciones tajantes y la guerra».
En su discurso en el Gran Teatro, añadió: «Quisiera pensar que aquí va a ocurrir en estos días lo contrario: la tolerancia, el respeto, la pluralidad, la defensa de los valores de la libertad, que son también la defensa de los valores del espíritu y de la cultura».
El hijo del Nobel también mencionó que «los primeros Vargas que llegaron a América salieron de aquí con la primera oleada de españoles», haciendo referencia a Extremadura. Sin embargo, precisó que «probablemente, el origen remoto sea asturiano» y que «sobre eso hay un debate no resuelto».
Las últimas semanas del Nobel
Álvaro Vargas Llosa también se refirió a las últimas semanas de vida de su padre: «Sus defensas estaban muy disminuidas, su capacidad cognitiva iba poco a poco cediendo, de manera que estaba muy limitado en aquellas actividades que podían darle alguna alegría».
Recordó los paseos en auto por Lima con su padre, y cómo surgió la idea de que esos paseos fueran literarios, un «ejercicio de memoria», tratando de que en esos momentos el Nobel «se imaginara a sí mismo convertido en un personaje de su propia novela».
«Juraré que en algunos instantes se logró, pero no puedo asegurarlo. Lo que sí puedo decir es que fue muy feliz escuchando estos relatos», destacó.
Finalmente, comentó que en los últimos días, esos paseos ya no eran posibles, y el Nobel se refugió «en la familia». Álvaro y sus hermanos le leían pasajes de algunas novelas, «sobre todo poemas y cuentos», como ‘El barco ebrio’ de Arthur Rimbaud.
«Escuchó muy atentamente y al terminar me sorprendió muchísimo, me dejó helado con una frase muy hermosa; me dijo, ‘me acordaba del ritmo, no de las palabras’», recordó Álvaro.
Desde su perspectiva, en la antecámara de la muerte «lo último que uno pierde es la sensibilidad auditiva y musical». Así, según él, Mario Vargas Llosa «se fue de este mundo con una sensibilidad auditiva y musical poblada de poesía, poblada de literatura».
